Un día, cuando era muy niña, desperté y decidí que mi día favorito de la semana era el Jueves, me gustan los lunes, los martes, los miércoles, viernes, sábados y domingos, pero ninguno tanto como los jueves.
Siento jueves cobarde, jueves trágico, jueves valiente, jueves de sed.
Uno a la semana, cuatro cada mes.
Jueves de llanto, jueves de despedidas,
de consuelo, jueves con café.
Jueves en la noche, noche de insomnio,
jueves soñadores de lluvia con pastel.
Jueves diferente, 248 horas, jueves otra vez.
Jueves de risas, jueves de cenas,
jueves de manzanas, jueves con estrés.
Jueves contigo, jueves sin ti.
Miércoles-jueves de espera,
jueves-viernes distintos,
jueves de fotos al atardecer.
Jueves despeinados, jueves que saben a lunes,
jueves que olvido, jueves sin luna ni luz,
jueves que alumbra un sol al amanecer.
Jueves en octubre, octubre en noviembre,
jueves en los que no sé perder.
Jueves en los niños, niños con estrellas,
estrellas en mis manos los jueves al anochecer.
Jueves 24 horas, jueves valiente, jueves cobarde.
Jueves en los que la miopía no deja ver.
Jueves de vómito cerebral, por aquello de que hablo sin pensar.
Jueves en que nos abrazamos y no nos dejamos escapar.
Jueves en la calle, jueves en la habitación, jueves de universidad.
Jueves en Texcoco, jueves en Tlaxcala,
Tlaxcala de mi vida, jueves en el Distrito Federal.
Jueves en el que suspiro y jueves en el que no puedo respirar.
Jueves que se gasta mi alma, mis letras, mis ganas.
248 horas, otro jueves para soñar.