Esta vida tan plácida me extingue...

De pequeña quería ser un ser ruidoso y decorativo...

domingo, 22 de septiembre de 2019

Ungüento

De tu cuerpo se derivan escozores
mientras sueño que buscan mis dedos
y me vuelvo ungüento.

Besos escasos del amor ideal
que pongo a media luz en tu espalda.
Y tú me abrazas.

Mis manos olor vainilla escurren letras
que abrigan egos y vanidades
cuando me lees para encontrarte,

madrugadas de desnudar el alma
con el riesgo de rasgarla,
hacerme pequeña en tu mirada…

Por única vez no aspirar a nada
y aún así verte llegar a dormir,
que mis dedos sean ungüento,

y que mis letras,
como remedio para tu comezón,
te logren poner en calma.

jueves, 28 de marzo de 2019

De las cartas personales

(Rapsodia)

[...]
Qué egoísta he sido, me digo, en todo este tiempo no me he compartido contigo, pero estoy cansada, y te siento envidia, tú siempre eres físico, y yo como escritora, nunca me he compartido. Por eso estoy aquí. Hoy, en medio del desahucio, con mi ventana abierta mientras en lugar de corazón me late una estrella con una turquesa, y cada vez más jaulas en verdad se vuelven pájaros y se han ido volando. ¿Qué haré con el miedo? ¿Qué haré con el miedo? Al fin entiendo el poema porque mis ojos tampoco dicen nada, qué egoísta he sido, pero antes de que te vayas, me quiero compartir contigo.

Tanta estupidez, tanta necedad, qué miedo tengo, por eso vuelvo a escribir, para que este sea un jueves valiente, para al terminar sonreír. Te amo Eduardo, de físico eres tan guapo, te amo. Y yo estoy hecha trizas, pero hoy, aunque tengo náuseas me pongo feliz, bebo el té, leo el libro, pienso en ti. No suicidemos nuestro amor, porque no reaparecerá en el mar. Volvamos a empezar. No le cortemos las venas, sólo vayámonos al otro lado de la noche, me quiero compartir, te tengo un secreto, la primera vez que hicimos el amor yo era escritora y me dejé leer por ti. 

Te lo digo de la forma más sublime, porque al despertar la voz será implacable, porque al despertar habrá una hecatombe, un derrumbe de algún modo previsto, porque siempre cuesta un poco empezar a sentirse desafortunado, la miseria, cómo cuesta la miseria. Te lo digo ahora de una forma sublime, poética, quédate a vivir también mi muerte. Porque al despertar, nos espera estamparnos en un grito contra otro cualquiera.
[...]