De tu cuerpo se derivan escozores
mientras sueño que buscan mis dedos
y me vuelvo ungüento.
Besos escasos del amor ideal
que pongo a media luz en tu espalda.
Y tú me abrazas.
Mis manos olor vainilla escurren letras
que abrigan egos y vanidades
cuando me lees para encontrarte,
madrugadas de desnudar el alma
con el riesgo de rasgarla,
hacerme pequeña en tu mirada…
Por única vez no aspirar a nada
y aún así verte llegar a dormir,
que mis dedos sean ungüento,
y que mis letras,
como remedio para tu comezón,
te logren poner en calma.