Esta vida tan plácida me extingue...

De pequeña quería ser un ser ruidoso y decorativo...

viernes, 12 de mayo de 2017

Cuando tengas tiempo

Huele a opio en las nubes.

Jueves

3:00
Cuando tengas tiempo quisiera que supieras todo lo que se vive desde ti. No es urgente, no es ahora mismo, ni siquiera pronto, pero sí es necesario, (uno conscientemente no elige qué escribir, es como si un demonio se apoderara de las manos).

9:00
Encontré las cartas que alguna vez te leí y jamás te entregué: Te quiero con el corazón. Fueron los finales más sublimes y serios que pude plasmar, tú y tu alma mandarina. ¿Quién te querrá así? Lo sabes, todo se ha ido al carajo, en parte mi necedad, en parte tu prisa, en parte las tonterías que al destino se le ocurren. 

9:16
Fue verdad aquella tarde que te dije que no estaríamos juntos porque tanto amor no era posible; tanto amor. Si supieras lo poco que te quise y lo comparas con el amor más grande, sabrías que aquello iba para ser eterno. Lo poco que te quise, y te quise más que a nadie.

10:33
El insomnio se ha vuelto apoderar de mis noches, cada vez menos tuyas, más genéricas, menos nuestras. Me cuenta historias plasmadas en las paredes y el techo, me dice que te lo diga, que no sea absurda, que te lo diga, que no sea cobarde, que te lo diga, por eso te lo digo, te lo escribo. Huele a estar jodida.

12:20
Cambiaste mi vida, siempre a mejor. ¿Qué fui yo antes de ti? Mírame, dímelo. ¿Qué fuiste tú? ¿Qué fuimos? ¿Qué éramos? Los meses se rompieron, no fuimos nada. No tenemos pasado, todo fueron inventos nuestros para encontrarnos. Cambiaste mi vida, aunque tu nombre no cupiera en el porvenir, me enseñaste el camino.

lunes, 8 de mayo de 2017

Sueño fugaz

De los sueños repentinos
...

De la noche sólo tengo el abrazo,
el sueño de tu voz diciendo
aquí estoy, hagamos las cosas bien,
¿cómo es que se han de hacer bien?

Mis manos vestidas de anillos de sacerdocio,
de tus propias promesas y votos
el tejido de nostalgias que me abriga
en tonos que elegiste un diciembre para mí.

Agua de rosas, jugos de cítricos, ya ni el chai,
en un eterno recuerdo, sin sabor ni olor,
la caja de puros que también me quitaste,
porque el vicio se fue…

Toma mi virtud y pégala a tu pecho,
haz que valga porque ya no queda nada,
sólo las memorias de promesas,
y el último juramento una mañana de febrero.

Por tu parte, las pinceladas de flor de loto,
ese fresco olor a manzanilla tibia para ti
que Dios esparció como gotas
la tarde de lluvia en manos del destino.

No queda nada, ni la esperanza ni el deseo
de un día ser bañada en aguas saladas
de tu templo, tus templos,
ni la divina forma de enlazarnos con la mirada.

Del abrazo sólo el sueño de la noche
la triste sensación de no escuchar tu voz:
aquí estoy, hagamos las cosas bien,
¿cómo es que se han de hacer bien?