Esta vida tan plácida me extingue...

De pequeña quería ser un ser ruidoso y decorativo...

jueves, 20 de diciembre de 2012

(Sin título)

Anoche surgieron dos posible títulos sugeridos por Mauro, en este momento los olvidé.
Dedicatoria: omitida.


Se me cansa el orgullo,
lo remojo en el café para hacerlo menos amargo
y lo bebo y lo vomito.
Lo veo medio dormido y le grito,
le hablo a él para no hablarte a ti.
Por momentos no me cabe en las manos,
se acomoda al lado de mí
... y me acompaña como guardaespaldas,
me nubla la razón, me presenta al olvido.

Se me cansa el orgullo,
me flaquea y me habla de ti,
me pregunta por ti,
me sabe a ti.
Un día de estos se queda dormido.
Se me cansa el orgullo, me susurra al oído que te pida
que regreses un ratito.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Acuerdo

Dedicatoria obvia: A él, que ya no me quiere.

Llévate la guitarra, esa es tuya.
La canción que nunca me escribiste,
el boleto a Texcoco con mi nombre,
es justo y te pertenece.

Déjame las tazas vacías de
los cafés que nos bebimos,
la foto de cuando nos conocimos,
las medias negras, incluso este escrito.

Y, bueno, a Sabina, Serrat, Oceransky y Delgadillo,
no nos queda más que compartirlos.
Nuestra canción la dividimos, puedes escoger
si quieres la mitad del inicio o la mitad del final.

Y los planes que teníamos para hacer juntos,
esos, se los dejamos al olvido.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Escribiendo con el frío


Tercer y último intento: Dedicatoria omitida.


Escribirte que me gustas quedaría chico a cualquier intento de romance,
no es fácil hablar contigo, pero hablar de ti me sale bien.
Escribirte es algo nuevo en mi vida,
construyo palabras para ti, sólo para ti.

Acaricio muy despacio recuerdos nuevos,
no trillados ni marchitos,
pasados, pero nuevos.

Toco con la punta de mis dedos tu cabello, finito y oscuro,
y fijo mi atención en tu forma de hablar.

Recorro, imaginariamente, la yema de tus dedos,
la palma de tus manos, el misterio de tus palabras,
y estallo en la alegría de conocerte
y no tenerte.

De pensarte distraídamente,
poquito, muy poquito,

de sorprendidamente irte descubriendo,
y dejar un poco siempre para después.

Si me invitaras a recorrer el mundo,
probablemente diría que sí,
si me invitaras a conocer Tlaxcala,
indefendiblemente aceptaría
sin decir que Tlaxcala la conocí sin ti.

Escribirte cualquier cosa quedaría corto al intento de romance
que nos espera en la esquina con el farol
donde nos conocimos,
pensarte es refrescar cualquier acto,

no imagino la felicidad esa de besarte.

Pero quizá sea besarte,
el único acto de romance aceptable,
para las ganas que tengo de escribirte,
hablarte...
y seguir a la distancia,
con la cercanía de ese,
nuestro inexistible romance.