Esta vida tan plácida me extingue...

De pequeña quería ser un ser ruidoso y decorativo...

jueves, 24 de noviembre de 2011

Cuestionamiento

Lo único que busco y quiero son respuestas sin rodeos. ¿Cuánto tiempo te piensas quedar?

¿Qué ven tus ojos tan negros
más allá de esta habitación tan vacía?
¿Qué sueñas los días que en mi piensas?

¿Cómo te tengo que esperar?
¿Preparo mi vida, o preparo sólo té?
O mejor, preparamos nuestra vida en un café.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Jueves


 Un día, cuando era muy niña, desperté y decidí que mi día favorito de la semana era el Jueves, me gustan los lunes, los martes, los miércoles, viernes, sábados y domingos, pero ninguno tanto como los jueves.

Siento jueves cobarde, jueves trágico, jueves valiente, jueves de sed.
Uno a la semana, cuatro cada mes.

Jueves de llanto, jueves de despedidas,
de consuelo, jueves con café.

Jueves en la noche, noche de insomnio,
jueves soñadores de lluvia con pastel.

Jueves diferente, 248 horas, jueves otra vez.
Jueves de risas, jueves de cenas,
jueves de manzanas, jueves con estrés.

Jueves contigo, jueves sin ti.
Miércoles-jueves de espera,
jueves-viernes distintos,
jueves de fotos al atardecer.

Jueves despeinados, jueves que saben a lunes,
jueves que olvido, jueves sin luna ni luz,
jueves que alumbra un sol al amanecer.

Jueves en octubre, octubre en noviembre,
jueves en los que no sé perder.
Jueves en los niños, niños con estrellas,
estrellas en mis manos los jueves al anochecer.

Jueves 24 horas, jueves valiente, jueves cobarde.
Jueves en los que la miopía no deja ver.
Jueves de vómito cerebral, por aquello de que hablo sin pensar.

Jueves en que nos abrazamos y no nos dejamos escapar.
Jueves en la calle, jueves en la habitación, jueves de universidad.

Jueves en Texcoco, jueves en Tlaxcala,
Tlaxcala de mi vida, jueves en el Distrito Federal.

Jueves en el que suspiro y jueves en el que no puedo respirar.
Jueves que se gasta mi alma, mis letras, mis ganas.
248 horas, otro jueves para soñar.

sábado, 12 de noviembre de 2011

De demonios y otros miedos

Esta vez, no tengo más qué escribir...

Pero qué careta tan hermosa
  cubre tu rostro y tu alma de fuego.
        y tus delicados y ligeros movimientos
que no concuerdan con tus pensamientos.
Esta noche has venido tan seguro
a internarte en mi oscuridad que deja
                                                        de ser
                                                                   personal.
Vienes acompañado de palabras sueltas
y unos cuantos miedos míos que veo,
                                                       huelo y
                                                                   escucho.

Esos miedos que se hacen presentes,
emergen y ebullen como lava en un volcán,
como si al igual que tú pudieran observarme
y vinieran sorpresivamente a recordarme
                                                                     que
                                                                           están
                                                                                     aquí.


Y regresa esta paralizante sensación en mi piel,
con los impertinentes escalofríos que no calman
ni infusión caliente, ni meterme bajo las cobijas,
ni intentar prender la luz tan egoísta.
Y me siento una musa tuya, como un sueño.
          ¿O seré óleo y acuarela que puedes usar?
y plasmas conmigo esa imagen, recordando
el Grito de Munch, pertenezco al expresionismo.
           O seré una Venus de Milo que ha notado
no tener brazos y me aterro como un niño.
Y finges quererme para calmar mis miedos,
esos que vienen contigo, tú tan bendito
                                                               y maldito.

Pero de vez en cuando olvidas esas poses,
te quitas la máscara y tus carcajadas
me encuentran en tus brazos, y regresan
el fracaso y los sueños que se han vuelto
                                                                  pesadillas.

Te descubres tal cual eres en esta ausencia de luz tan egoísta.
             Regresan mis temores como torbellino frente tu rostro de fuego.
                      Me estrujan el alma, el pensamiento y el sentido.
Otra vez los escalofríos.

¿Qué es esta sombra que respira
               profundamente por mi cuello?
          Pero qué careta tan hermosa
y tus delicados y ligeros movimientos.

Vienes cubierto por el manto de la noche,
repleto de oscuridad; lo pienso, lo imagino:
                                        De demonios como tú y otros miedos
                                está lleno el infierno.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Las mal vibradas...

-Después de la comida vamos por un postre- me dijo Brenda. Así que como a las 6 de la tarde entramos a ese restaurante de colores tan sobrios y pinturas cafés en las paredes y pedimos nuestro postre.

Muy bien acompañadas de una tempura de vainilla y un té de jazmín (en mi caso) continuamos la conversación que salta de un tema a otro sin darnos cuenta.

-Qué escena tan tremendamente hermosa- le comenté a ella  -mientras llueve y se oscurece a estas horas de la tarde estamos escuchando música perfectamente relajante y comemos esta cosa llena de chocolate, hasta suena nostálgico y deprimente, pero bonito.
 Entre la lluvia, las cucharadas, los tragos y los dientes un poco destemplados (aunque fue una excelente combinación), llegamos a la plática que ya habíamos tenido con anterioridad, pero esta ocasión profundizamos más, esa en donde hablamos de las vibras, positivas y negativas.

El punto es que hace unas cuantas semanas estaba en un estado depresivo-negativo y entre tanto estar juntas terminé por contagiárselo, o quizás ella me lo contagió a mí, y dedujimos que el departamento tenía esa sensación de pesadez que sentías cada vez que llegabas a él, o alucinamos con eso, pero entre el alucín y la realidad hay algo que tenemos específicamente claro, el mundo se mueve por ciertas energías, cada uno de nosotros tenemos una dosis de positivas y negativas, y nunca faltan las vampirezas energéticas que seguro te tiran mala vibra.
Y dejo muy claro que no hablo de trabajos de magia y todo eso, me refiero a la capacidad que tenemos cada uno de hacer con nuestras palabras, pensamientos e incluso actos que alguien en específico se llene de energías malas.

-¿Quién me puede a mi desear mal?- me preguntó con una dosis exagerada de certeza que terminé por creerle- pero a ti… sí, seguro tú eres la que necesita una limpia.
Entre tantas cuentas, sumas y restas, llegamos a la conclusión de que, teniendo ella razón, al menos dos personas me llenaban de sus malas vibras, y lo admito, yo soy responsable de ese sentimiento, pero que quede entonces claro que si a mí me arrojan sus malas energías es seguro que a ella también, otra vez, por lo mismo de que siempre estamos juntas. Claro, nadie dice: Esa tipa me cae mal, sin implicar a Brenda, ella siempre tiene que aparecer en esos comentarios, así pues las malas vibras son para las dos.

-Esa tipa me cae mal, y su amiga….ah!-seguro así suena.

En fin, si agregamos todos esos comentarios que me llegan en forma de vibraciones desde algún lugar del mundo, por personas que incluso no me conocen, y sus amigos y amigas, ahora entiendo porqué el departamento se siente tan pesado, y porqué últimamente nos salen las cosas que pareciera que estamos saladas, incluyendo que el otro día nos cerraron el bar al que teníamos pensado entrar, explotaron los focos de nuestra segunda opción e incluso los pambazos que cenamos dejaban mucho que desear, sin mencionar que el 18 viene Simple Plan (evento al que Brenda quiere asistir) y Nacho Vegas (al que obvio yo quiero ir), pero tenemos ya ocupada esa fecha sin forma de cambiar nuestros planes de todo el fin de semana.

Aaaaah, necesitamos urgentemente una limpia, con huevos y toda la cosa, pero una bien dada, para ver si así corremos con mejor suerte.


Terminamos llegando al departamento un poco mojadas, entramos y por alguna extraña razón sentí que nada de lo anterior tenía lógica, al fin estábamos en la casa que tratábamos día a día de volver hogar, que limpiamos y decoramos con locura, que incluso tiene una pared de pensamientos frecuentes hecha por las dos, mi departamento de paredes blancas que me hace sentir segura y que guarda todas nuestras barrabasadas. No, el depa no tiene malas vibras, ni se siente pesado el ambiente, y no necesitamos ninguna limpia, aunque nunca esta por demás, pero cómo nos reímos con la plática de las mal vibradas llenas de negatividad, o sea, ella y yo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Martes 20

Esa locura de mi alma por escribir de un martes 20 en un lunes 7...
Esa nostalgia loca que me inunda la habitación...nostalgia sin tristeza, pero nostalgia al fin.
Las ganas de buscar un martes de mayo o junio en un abril, y la insolencia mía de hacerlo en noviembre que me sigue sabiendo a octubre...
Sólo por decir.

Martes de lluvia...

Martes de lluvia torrencial,
de cansancio inoportuno,
de paisajes nunca vistos.

Martes de pies húmedos
y frío que cala hasta el alma.
De miradas que chocan en el corazón.

Y sueños cambiantes en segundos.
Y miedos callados e inesperados.

Martes de cena y toma de decisiones.
Martes de bienvenida ¿o será de bienvenido?

De palabras en silencio.
De silencios necesarios y gustosos.
De hola y adiós por siempre.

Martes de indiferencia eterna,
martes de atención entera, a medias.
De plática trivial.

Martes de agradecer.

Martes de dos aunque hayamos muchos,
de recuerdos guardados y nunca comentados.
De volver a vivir aunque vuelva a cambiar.

Martes mío y de ti, sólo martes, martes 20 en lunes 7, en noches de calidez.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Grosso Modo

Qué bonito es que me hablen con esas cursilerías que no sé de dónde salen, pero más me gusta cuando me hablan directo, hasta fuerte y golpeado, cuando me dicen las cosas sin rodeos, así como luego yo te las digo.
Y que quede claro, que las Poesías de corta vida que menciono, son esas de una tal Ibeth Hache.


Voy a dejar las cursilerías de lado y no te hablaré de mi alma gastada
ni de las noches  pesadas, ni de los sueños que invento.

Y qué importa si me arranco y te arranco la piel, y qué importa si me quiero volver sal y escocerme en tus heridas.

No te diré mis boberías, ni te llenaré de halagos que has escuchado con anterioridad,
ni te pediré al oído que me abraces, ni te besaré despacio, ni te contaré las pestañas.
Ni te cantaré suspiros, ni te pintaré la vida, ni te diré poemas de corta vida.

Te hablaré de frente sin la mirada pérdida, ni la sonrisa torcida.
te diré unas cuantas palabras, sin velas, ni lunas, ni soles, sólo palabras.
Allá tú si les das sentido, si las atrapas como mariposa o las olvidas.

Y que quede claro que no las repito si no hay respuesta,
y que quede claro que después de un rechazo me voy y te olvido.

Y le sigo dando vueltas, y traigo un tanto el alma y la piel encogida,
que sea pues lo que tenga que ser y te lo digo sin cursilería.
A grosso modo te quiero en mi vida.