A él, que sólo estuvo de paso.
Le pedí su nombre, su número telefónico,
su blog y su cuenta personal.
Una sonrisa, dos, tres, las que tuviera al contado.
Palabras duras, suaves, como fueran (pero que fueran suyas),
una canción, un poema, un soneto, un cuento,
un libro entero.
Le pedí una mirada, un silencio, un millón de besos.
Yo arme una biblioteca entera, un repertorio inmenso
de canciones, el inventario de cada uno de sus gestos,
una religión que seguía sus huellas, una guitarra
que sólo sabía tocar para él.
Le pedí que me abrazara, que me desnudara,
que me inventara y me curara.
Una sonrisa, dos, tres...
Las mil y una noches, yo puse las estrellas
y la luna, sólo le pedí la miel.
Los jueves por las tardes,
las desveladas para un "nosotros",
cien te quieros, siempre y cuando fueran ciertos,
más palabras, más silencios, más tazas, más cuerdas.
Le pedí que se quedara una vida,
sólo aceptó un café.
3 comentarios:
Me tienes enamorado de tus letras, que nunca me falten pues no quiero morir de amor.
Padrino...Tú eres encantador.
Gracias por venir aquí =D
Como no voy a pasar por aqui si necesito tus letras.
Publicar un comentario