Llevo largo rato ya pensando en ti
mientras el sol se cuela por las persianas
y me pica los ojos,
me hace evocarte.
Te me amontonas entre tanto papelerío
que no sé de qué es,
te me escapas de los labios,
en ayunas cuando ando medio desnuda
y suena la alarma de quién sabe qué hora.
Qué vicio es estar junto a ti
y luego irme para extrañarte por la ciudad
y regresar medio empapada a tus brazos
-mi único hogar-
Qué vicio el de escribirte con caligrafía imperfecta,
y te cales entre palabras y te asomes por debajo de Z,
en las cosas defectivas,
en mi cama destendida,
Qué vicio el de buscarte en el chai
y pedir chocolate caliente, dulce como el que te gusta,
con pana para mí,
con galletas de canela para ti,
y seguirte encontrando.
tú siempre lejos de mí,
en la fuente de Prometeo,
en las explicaciones del universo,
en el té de medio día,
y siempre, a sorbos, tú en mi café.
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