Esa noche me hice chiquita.
Guardé silencio y tú lo hiciste también.
Qué refrescante e incómodo me pareció tu olor.
Se nos fue todo de las manos,
ni los árboles que nos rodeaban,
ni la oscuridad que nos envolvía nos pertenecía.
-Tanto frío duele-.
Me volví una inepta y tú el más egocéntrico de los dioses.
Se guardaron las palabras solas,
yo quería perderme en las hojas de los libros,
tú sólo te quedaste inmóvil.
¿Dónde encuentro esos besos con sabor a -sandía-?
¿dónde busco el botón de regreso?
¿dónde pongo este paisaje nocturno en el que ambos sobramos?
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